No sé si para usted, pero para mí, los primeros 5 meses de este año han sido enriquecedores y profundamente edificantes. No significó ausencia de momentos dolorosos, confusos o extraños. Me refiero al trigo que queda dentro de ti después que la sacudida te libra de la paja.
No me refiero a personas cuando uso el término “Paja”, sino a estados internos del corazón.
“No somos los mismos Papá”, me dijo sonriente una de mis líderes. “¿Sabes qué Papá?...ya no me interesan las luces, el nombre y la fama. Sólo quiero hacer lo que el Señor quiere”, me confesó otro en el pasillo. “No sé qué me pasó...Pero estoy feliz de que me haya pasado”, fue la expresión de otro más.
¿TE HA PASADO ALGO QUE NO ENTIENDES PERO QUE NO NECESITAS ENTENDER PORQUE ALGO BUENO QUE NO SABES CÓMO LLAMARLE, TE OCURRIÓ SIN QUE LO SUPIERAS?.
Supongo que tuviste que leer lo anterior más de una vez para que te hiciera algo de sentido. Pero allá afuera debe haber unos cuántos que lo entienden, precisamente porque a ellos les pasó lo mismo de alguna otra manera.
EL DIOS QUE PESA LAS INTENCIONES SEPARA CON INTENCIÓN A LOS QUE TIENEN INTENCIONES DIFERENTES A LAS TUYAS, PARA ACERCARLOS A LOS QUE TIENEN SUS MISMAS INTENCIONES.
No lo digo con mala intención. Sólo acentúo que Dios tiene con todos buenas intenciones y con intención une por intención a los que tienen intenciones similares, produciendo intencionalmente separaciones con intención.
No hay buenos creyentes o malos creyentes en el Señor. Sólo estados diferentes del corazón. Y como “rostros vemos y corazones no conocemos”...A Dios le toca hacer el trabajo que sólo él sabe hacer y también el por qué lo hace.
El Señor no separa o une a la gente por raza, sexo o edad. Ni por maduro o inmaduro, debilidad o fortaleza, dones o talentos.
Los separa o los une...de acuerdo al contenido del corazón.
Rubén Arroyo...Escrito con intención...Desde el corazón.