2020...LECCIONES DE UN AÑO INUSUAL
En el encierro aprendimos que era más importante lo que éramos que lo que hacíamos. Que estar en la Presencia de Dios era más importante que trabajar para Él.
Advertimos que lo que considerábamos urgente no era tan importante, y que lo importante pasó demasiadas veces desapercibido por no creerlo urgente.
Algunos aprendieron el valor de congregarse, y otros confirmaron que podían vivir sin hacerlo. Entonces nos dimos cuenta de que se podía hacer mucho con pocos, y que tener muchos no siempre significa ser exitoso.
Aprendí a amar con más evidencia de cuánto los amo a los que batallaron a mi lado, que a los que disfrutaron el botín que no lucharon.
Cambió para siempre mi definición de amistad. Querer estar bien con todos no es tener muchos amigos, sino vivir engañado sin saber quién es quién. Lo mejor de mí, será para quien valore lo que Dios me dio valorando también lo que soy y no sólo lo que doy.
Confirmé que valientes son los que hablan de frente y mirando a los ojos, no los que escondidos hacen que las teclas hablen por ellos.
Comprobé de una vez por todas que el tiempo sigue siendo mi mejor defensa. Porque la ofensa es la defensa de quien no tiene ninguna.
Jesús habló de fruto. Todo lo demás lo inventamos para sustituir lo primero. Sigo siendo demasiado joven para dejar de soñar y ya no soy tan joven para morir sólo soñando.
En el 2020 murió el poco temor del hombre que me quedaba, confirmando para siempre que vivo para la audiencia de uno. No quiero gloria que no esté asociada a lo que Dios hace ni aplauso que no incluya su Nombre.
Sigo temiendo a Dios y creyendo en sus Profetas. Que Jesús regresa otra vez pero no a encontrarse con una iglesia escondida en los templos, temerosa del mundo y huyendo de las tinieblas.
Creo más que nunca en invadir, ocupar y conquistar, teniendo como las dos caras de una misma moneda...Pureza y Poder...siendo lo demás...sólo lo demás.
Rubén Arroyo...Gracias 2020...Un Tornillo Menos.