EL PODER RESTAURADOR DE LA SÉPTIMA HERIDA
Ya había muerto. Parecería que la séptima herida no era necesaria. El primer sangrado había sido en el Jardín del Getsemaní. Su sudor cayó como gotas de sangre. El pecado comenzó en un huerto y en otro huerto comenzaría la redención.
Los hematomas de los golpes en la golpiza en el sanedrín eran sangre derramada bajo la piel. Heridas internas. Los quebrantados de corazón serían redimidos con ese sangrado. Los azotes esparcían carne y sangre con cada latigazo, esas llagas garantizaban la sanidad del cuerpo y los milagros creativos en él.
La corona de espinas clavadas en la frente, quitaría la maldición de la tierra condenada a dar solo espinas y cardos mediante el sudor de la frente. Los clavos en las manos devolverían el poder de la impartición mediante la imposición de manos y los clavos en los pies devolvería la herencia de reclamar lo que nuestros pies pisaran.
Jesús aún estaba vivo en los primeros seis sangramientos. Pero no en el séptimo. La lanza traspasó su costado estando muerto. De ese lugar fue la mujer creada. Su posición de honra pisoteada por milenios de abuso, tenida como objeto para el uso del hombre por unas culturas. Inferior a él por otras generaciones. Y la sola sexualización de su identidad de gloria sería redimidas y devuelta como portadora igual de la imagen y semejanza de Dios.
Pero...¿Por qué el sangrado que redime a la mujer demanda que Jesús el hombre haya muerto?...
PORQUE PARA QUE LA MUJER RECLAME SU LUGAR DE HONRA AL LADO DEL HOMBRE, EL EGO DEL HOMBRE DEBE SER ASESINADO PRIMERO.
Feliz día internacional de la redención de la mujer. Gracias al Altísimo por haberme regalado una mujer redimida. No detrás de mí...Sino extraordinaria compañera de vida y aventuras al lado mío.
¡FELICIDADES DULCE AMIGA Y ESPOSA!
Rubén Arroyo...¡Día internacional de la mujer!.
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