ILUMINA MI OSCURIDAD ESPÍRITU DE DIOS
“Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.”
S. Lucas 8:17
Este verso es absolutamente intimidante a la vez que atractivo y revelador. Normalmente lo asociamos con la morbosidad de un pecado moral expuesto públicamente.
En algunos producirá la tristeza y nostalgia de las consecuencias mientras otros celebrarán las consecuencias sintiéndose apoyados por Dios en sus sospechas o afirmaciones.
Pero este verso es más profundo y trascendental de lo que parece. Dios conoce las intenciones y motivaciones más ocultas de nuestro engañoso corazón. Conoce el motivo real de nuestras conversaciones y no simplemente la apariencia de ella. Sabe el por qué miramos lo que miramos y el cómo lo miramos. Y también el por qué hacemos lo que hacemos aunque la apariencia de lo que hacemos tenga una imagen correcta y santa.
Conoce bien lo que pensamos y sentimos mejor que nosotros mismos. Sabe cuándo usamos una verdad a nuestra conveniencia. Cuándo contamos nuestra “verdad” para quedar mejor parados que otros, y cuándo la usamos con la excusa de que la verdad es la verdad, pero nuestra intención es que esa verdad perjudique a otro.
MUCHOS NO IMAGINAN QUE TAMBIÉN ES PECADO COMPARTIR UNA VERDAD PERO CON INTENCIÓN PERVERSA.
Eso es parte de lo escondido que será puesto a la luz y no necesariamente a la luz pública. Dios te lo puede exponer en lo privado de tu relación con Él, para que conozcas verdades de tu propio corazón que son perversas y deben ser llevadas a los pies del Señor en genuino arrepentimiento.
A veces cosas tienen que salir a la luz para que todos vean, pero la mayoría Dios te las hará saber a tí, sobre tí mismo en privado, para ofrecerte la oportunidad del arrepentimiento y puedas invitar al Espíritu Santo al proceso de transformación que sólo Él puede hacer.
Rubén Arroyo...Bajo esa Luz.
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