¡IMPRESIONANTE...ABSOLUTAMENTE GRÁCIL Y ENCANTADORA!.
Confieso que me senté por varias horas para conocer un poco más de la Juez del Tribunal de apelaciones Amy Coney Barrett. Después de todo, está nominada a formar parte del tribunal supremo, y su independencia de la rama ejecutiva y legislativa debe ser probada con seriedad y justicia.
No es común ver a la parte Demócrata literalmente no saber que más hacer que no se pareciera al escandaloso intento de masacrar al juez Brett Kavanaugh hasta el extremo de ridiculez y lo absurdo.
La juez Amy demostró absoluta calma. Sus respuestas salían de su boca llenas de gracia y una impecable postura que irradiaba seguridad, confianza y conocimiento de lo suyo.
Finalmente nada de lo lanzado contra ella prosperó. Especialmente porque no parecía tener lados débiles. Excepto haber sido Nominada por el Presidente Trump. Sólo, que no era Trump, era a Amy Coney Barrett la que tenían de frente.
El momento en que el senador John Cornyn, hizo referencia a que todos tenían libreta de notas, libros y referencias para sus vistas, preguntando sobre lo que ella usaba para contestar las incisivas preguntas, Amy con una sonrisa sencilla y casi ingenua, levantó una libreta de notas en blanco.
Su brillante mente fue capaz de contestar de memoria, preguntas jurídicas que incluía pricipios y opiniones de ella durante los años de profesora en Notre Dame y el tiempo que lleva como jueza de apelaciones. Así de brillante y cualificada es la juez de apelaciones.
Amy respondió con gracia y certeza citando vez tras vez de memoria y sin vacilar ni mostrarse preocupada, a la vez que evitaba toda trampa para que comprometiese su imparcialidad jurídica.
Esto, mientras a sus espaldas en apoyo moral, detrás estaban sentados su esposo y seis de sus 7 hijos, incluyendo los adoptados de Haití, más sus 6 hermanas.
Difícil por más que se quiera de atacar o hacer quedar mal a una joya intectual, moral y jurídica como la juez Amy Coney Barrett.
Estados Unidos debe dar gracias a Dios porque gente de este calibre aún quiera acudir al llamado supremo del servicio a su Nación, en un ambiente de absoluta hostilidad y deshonra que gobierna los pasillos de Washington y unos medios de comunicación abiertamente politizados.
Rubén Arroyo...¡Bendita sea esta joya llamada Amy Coney Barrett!.
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