NO TE OIGAS...¡HÁBLATE!
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
Salmos 42:5
No recuerdo haber hecho un viaje hacia dentro de mí y haber salido de ahí lleno de Fe. Las voces que llevo dentro, suelen recordarme lo que me falta y enfatizan lo que no tengo.
El por qué no lo lograré, las razones por las cuales Dios no me usará, los temores, las inseguridades, y las cosas que aún no supero son sólo algunas de las voces que intentan tener influencia sobre lo que haré o no cada día.
Las cosas que me propongo lograr nacen de las promesas de Dios dichas por él. Nunca será la consecuencia de escuchar lo que yo mismo opino de mi.
Es él quien está detrás de ellas y no yo. A él le sobra lo que a mí me falta, y lo que él dice de mi contiene la verdad que mi opinión no aporta. Nunca la fe que impulsa a un creyente será el resultado de poseer una alta auto estima.
No te oigas...Háblate. Los salmos están llenos de frases que David se decía a sí mismo cuando cedía a la tentación de escucharse a sí mismo.
Cuando me escucho pensando “No tienes”, me digo que Dios promete que no me faltará. Cuando todo dentro de mi grita “no lo lograrás”, entonces me grito que “no hay nada imposible para el que cree”.
Cuando tus voces se reúnan a coro para convencerte de lo que no eres, enmudécelas recordándole que no es a ti, sino es a Jesús a quien tú tienes.
Rubén Arroyo...¿Me Oíste?.