SEÑOR...¿ESO EN TU MANO ES UN MARTILLO?
“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican;...”
Salmos 127:1
No dice que no están edificando. Tampoco que está mal lo que edifican. No señala que lo edificado tendrá un mal resultado.
Sólo asegura que si no es El quien lo edifica, es en vano lo edificado aunque tenga la apariencia de que sirve para mucho.
Es una de esas cosas raras donde todo el mundo asegura que eso está bien y el único que dice que no está bien es Dios.
Existe un mundo de diferencias entre pedirle a Dios que bendiga lo que estamos haciendo o unirnos a lo que Dios ya está haciendo.
Para que Dios sea el protagonista no se me puede ocurrir a mí, tiene que originarlo El. Tiene que ser el recurso que lo provoca, lo sostiene y lo culmina.
Dios inicia, Dios mantiene y Dios concluye. Yo sólo seré el instrumento donde esas tres cosas convergen. Entonces tengo un problema cuya solución también tiene como figura central al Señor.
HEMOS APRENDIDO A EDIFICAR COSAS SIN DIOS.
Talento, disposición y presupuesto pueden edificar cosas extraordinarias y majestuosas.
Sólo vaya al Taj Mahal en la India, a la Basílica De San Pedro en Roma o al tabernáculo Mormón en Utah y se tropezará con el punto de esta nota.
Ese principio gobernante de Jesús que lo resumió afirmando..”yo sólo hago lo que veo hacer al Padre y digo sólo lo que le oigo decir”, es el mismo texto de arriba en la “Nueva Versión del Mesías”.
Es la manera de Jesús asegurar que “yo sólo trabajo cuando lo veo trabajar y descanso cuando él se sienta”.
Lo peor que le puede pasar a un ministro, es quemarse en la obra, emplear todos los recursos en la obra, convertir la obra en un majestuoso monumento y descubrir que Dios estaba haciendo otra obra.
No hablaré por usted pero le hablaré de mí.
A lo mejor es que ya me estoy poniendo viejo, pero ya no quiero emprender nada, que El no haya iniciado primero.
Rubén Arroyo...Martillo en mano.