¡SIN PARACAÍDAS!...QUIZÁ
“Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; QUIZÁ haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos.”
1 Samuel 14:6
Israel entero está muerto de miedo. El ejército filisteo es intimidante. Y si eso no fuera ya suficiente, en todo Israel sólo había dos espadas. Una la tenía Saúl, un rey desechado por Dios y otra estaba en la mano de su hijo Jonathan.
Parte de Israel se escondió donde pudo mientras otra parte cambió su uniforme por el del ejército filisteo pasándose a sus tropas. Es difícil imaginar tanta desventaja para Israel. Escalofriante y patético.
“QUIZÁ”...ES TIERRA DE NADIE.
Es una zona gris. No parece contener una explosión de Fe. Tampoco es cruda confianza. Usted y yo hemos estado múltiples veces en esa extraña zona llena de preguntas donde la respuesta se sabrá al otro lado del “Quizá”, pues está EN...
EL LADO ESCALOFRIANTE DEL RIESGO
Una gran parte de la Iglesia preferirá siempre la zona segura del culto de dos horas, servir en un ministerio orientado a tareas al alcance de su horario y habilidad, y sentarse “a recibir”. Y eso resumirá su gloriosa vida de creyente.
Llamarse realista será el disfraz intelectual de la incredulidad. “Tener los pies en la tierra” será el sustituto racional que esconde la cobardía ante un “Quizá” que demanda osadía y constante riesgo.
¿Orar por enfermos?...¿y si no se sana?. ¿Evangelizar?...¿y si me rechazan?. ¿Atreverme?...¿y si fracaso?.
“Mejor me quedo donde estoy haciendo lo que sé hacer bien”.
Hay un sólo problema con esa última frase.
No conozco a una sola persona que no viva frustrada manteniéndose siempre donde está...y haciendo siempre sólo lo que sabe hacer.
En lo personal, parece que Dios me puso un cable del cual nunca me he podido escapar. Se llama “Quizá”. Y por lo que veo, los que han estado conmigo en todas, poseen el mismo cable y en el mismo lugar.
Hace rato que aprendimos que “Quizá”...
ES NUESTRA OPORTUNIDAD DE VER A DIOS EN ACCIÓN.
Si no me cree, pregúntele a Jonathan. Le hago una invitación. ¡Láncese sin paracaídas a esa intimidante zona llamada “Quizá”.
Rubén Arroyo...Quizá alguien diga amén.
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