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UNA PROMESA...SÓLO ESO TENGO



UNA PROMESA...SÓLO ESO TENGO


Y sólo eso necesitas. “Papá, ya no quiero más palabras proféticas. Sólo quiero que se cumplan las que tengo”. Eso me dijo uno de mis amados Cidrianos. Lo entendí. Creer en Dios no es la parte difícil. La parte difícil es esperar en él.


Como Pastor de una congregación llena de vida y movimiento (note que no escribí llena de gente), recibimos palabras proféticas gloriosas y trascendentales de parte de auténticos generales de Dios. Las celebramos todas con gran expectación...¡Y esperamos su cumplimiento con extraordinaria paciencia!.


SIN LA PACIENCIA DE DIOS LOGRARÁS POCAS COSAS DE LAS QUE PROMETIÓ.


En momentos de gran frustración he tenido la sensación de que a pesar de que Dios nos habló de una carreta tirada por caballos, sólo llegó la carreta y nosotros somos los caballos que la arrastramos.


No me entienda mal. No dudo ni de Dios ni de sus promesas. Tengo que admitir que es imposible que hayamos llegado hasta donde estamos si la gracia y el poder de Dios no hubiera estado con nosotros. Hemos visto señales, sanidades, milagros financieros y manifestaciones inusuales del otro mundo. Hemos influenciado en miles. Pero aún no vemos ni un cuarto de lo prometido y esperado.


Cuando menciono frustración me refiero a la buena. La que no te permite cruzarte de brazos. La que te prohíbe conformarte con lo alcanzado o negociar una pausa permanente con tus sueños.


La promesa no es el fin. Conocer y entender el corazón del Señor lo es. La promesa sale desde esa gloriosa zona. Lo interesante es que cuando entras en la zona de la Presencia ni siquiera piensas en la promesa. De algún modo Dios se convierte en lo único que quieres. Y después de todo...


DIOS MISMO ES LA MÁS EXTRAORDINARIA DE TODAS LAS PROMESAS.


Rubén Arroyo...Aún dentro

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