¿SACRIFICARÍAS TU DIGNIDAD AUNQUE DIOS NO TE LA PIDIERA?
No te la pide directamente, pero decidir obedecerlo implicaría sacrificarla. ¿Cuidas no emocionarte hasta las lágrimas en un culto para que tu esposa y tus hijos no te vean llorar?.
¿Pintas tu rostro con los colores de tu equipo y bandera mientras saltas y lo aplaudes pero no levantarías los brazos durante la adoración porque te hace parecer débil y vulnerable?.
¿No acudes a un llamado por la vergüenza de que te vean los tuyos, o no permitirías que te pongan la mano en la cabeza para no pasar la vergüenza y ridículo de “caerte” delante de desconocidos?.
En una sociedad estricta, crítica y legalista, una jovencita entre los 12 y 16 años llamada María, recibió la noticia de que sería preñada por Dios siendo aún virgen y soltera, pero con novio de compromiso para casarse.
José. El futuro esposo de María tendría que pasar como el “cornudo del barrio” y aceptar como suyo a un hijo que no era de él. Ambos, José y María deberían vivir con eso el resto de sus días.
María decidió adorar a Dios y sentirse honrada obedeciendo aquello que la ridiculizaría delante de los hombres y provocaría la murmuración contra ella el resto de su vida, mientras que José cuidaría de un hijo que a los ojos de los demás era bastardo y producto de un posible adulterio.
AMBOS SACRIFICARON SU DIGNIDAD COMO HOLOCAUSTO...EN EL ALTAR DE LA OBEDIENCIA.
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”
S. Lucas 1:38
Rubén Arroyo...¿Dirías lo mismo que María a pesar de...?.